hanging succulents

Flor ya se vale por si misma. Va y viene a su antojo, topetea y muge a algún perro que osa en ponerse en su camino. Se tumba si está cansada y se pone en pie para hacer pipí. Para ella, postrada hace tanto tiempo, esta vida es un sueño echo realidad. Y para nosotras, es la alegría de vivir. Ya puedes estar triste o cansada, viendo a Flor y tocándola, besándola... ya nada mas importa, todo tiene sentido.

A partir de ahora conviviran todos los dias sin puertas que separen espacios. Se formaran nuevas amistades y dispondran de el doble de terreno para disfrutar.
El santuario-escuela es un lugar donde cada día aprendemos todos a convivir en paz. Se puede...

Entre todas hemos puesto un nombre a este bebe de ratita que ahora vive en El Santuario, un ejercicio simbólico de rechazo a la cultura que discrimina entre las especies y empecemos el camino del respeto que comienza por tener un nombre singular y propio que represente su individualidad y el amor con el que estamos dispuestos a relacionarnos.

Después de una tormenta, siempre llega la calma. O después de una mala racha, siempre llegan tiempos mejores.
Hoy Flor pasó todo el día triste en la casa, ella queería andar, camianar, comer hierva... cosas tan sencillas y sin embargo para ella imposibles de hacer en su vida. Primero por ser esclava en algún lugar donde la usaban como maquina de crear lana, donde la tenían prisionera, y no podía caminar o comer de una forma natural. Y después por su larga enfermedad y recuperación.
Hoy no iban a ser las gotas de lluvia las que frenaran ese deseo. En cuanto ha parado la tormenta, Flor se ha colocado en la puerta y serena, como es ella, ha esperado paciente a que abriéramos para salir a pasear.